El puerto de la esperanza

El cielo hoy llora en esta tarde de invierno, llora en silencio, lentamente, sin pañuelos que sequen tantas lagrimas. Oscurece la luz del Sol y lo aleja de mi piel. Nubes,viento y agua. Maldigo el cristal que me separa de ti, de cada gota que lleva tu pureza. Todo se ahoga en estos ríos de cemento, en los que las calles son mares sin puerto, y los coches son barcos con ruedas.

Camino lentamente, me acerco a donde duerme el mar, donde cierra los ojos cada noche entre olas y recuerdos, y la lluvia no cesa, se funde con las olas oscuras, las mismas que roban besos a las rocas. El puerto de la esperanza se ahoga en su propio mar mientras me adentro en el, entre la oscuridad y la soledad. No hay barcos que peleen contra el viento a estas horas, pero si silencio entre los muelles. La fina orilla me lleva en busca de mi destino, mientras la arena no se acostumbra a tanta lluvia, no nació para dormir en invierno y sigue esperando días de verano, donde pueda brillar en cada atardecer y así poder robarle la sal de los labios al mar.

Las playas en invierno son lejanas, mas incluso que el horizonte que se aprecia a lo lejos, sí, esa fina linea que se dibuja mas allá de mi imaginación, donde cielo y tierra se hacen uno.
Hace frío, es hora de marchar, echo atrás la mirada y pienso si las sirenas se acercarán a playas como esta, en invierno y pintadas de lluvia. Sueño que bajo las aguas ellas duermen, esperando en su tristeza algún osado marinero que sucumba ante sus cantos y sus caricias.

Me alejo, apenas hay luz ya, solo la del viejo faro que vigila en la lejanía. Abrigado y abrazado por la lluvia me voy, intentando que mi viejo paraguas no desista ante la fuerza del viento. Y así, imaginándome este post me marcho del puerto de la esperanza, donde los barcos duermen y las sirenas lloran.