Prólogo - Borrador

Quien a sí encadenare una alegría
malogrará la vida alada.
Pero quien la alegría besare en su aleteo
vive en el alba de la eternidad

(W.Blake, "Eternidad")

"Allí, arropado por la oscuridad degustaba las gotas de lluvía como petalos de flor acariciando su rostro envejecido. No se escondía de los demás, solamente de si mismo, y enfrascado en los recuerdos de una vida lejana caminaba por la sucia ciudad.

Los años habían dejado en su piel cicatrices a estas alturas imborrables y su mirada había perdido el fulgor de decadas pasadas. Su vieja gabardina empapada por la lluvia le resguardaba del mundo, un lugar distinto del que marchó hacía ya mas de dos siglos. Nadie conocía su secreto, ni su objetivo, ni su nueva vida.

Se hacía llamar Blake, en honor al poeta Londinense, pero evitaba dar su nombre si no era mas que necesario. Quería pasar desapercibido allá donde estuviese, quería ser una sombra, un leve susurro en la madrugada de aquella oxidada ciudad.

Mientras caminaba bajo los árboles contemplaba la tristeza de aquel lugar, un parque sin vida, estático, inerte bajo la luz de una Luna que le daba al lugar un pálido halo de misticismo. Tal vez pensó que los parques no estaban hechos para las madrugadas y si para los atardeceres.

La noche se hacía mas cruel bajo la lluvia, sin embargo aquella medianoche necesitaba encontrarse con alguién. Alguién a quien debía lo que era, alguién que escondía la llave de su nueva vida. Porque como usted habrá supuesto Blake no era una persona corriente, Blake era...

... un vampiro ".

Tuyo un susurro

Descubro tu cuerpo arder entre tormentas de pasión y navego en tu piel, ligado al vaiven de tus caderas, aferrandome a ti como lo hace la Luna a la madrugada.

Busco la eternidad perfilada en tus labios, dulce santuario de susurros y placeres, y alli muerdo la vida en mordiscos de lujuria y pasión.

Necesito recorrer tu cuello, susurrarle a tu piel que no existen mas amaneceres que los que despierto junto a ti, y así sentir el latir de tu corazón cerca de mi.

Apagaremos las luces de nuestra fría habitación con el calor de nuestro amor, danzando entre sombras caprichosas, que reflejen mas allá de dos cuerpos.

Y si alguna vez me tocó perder, hoy la vida me alumbra con tu luz, el camino a seguir, lleno de caricias y sonrisas.

Porque tuyo un susurro merece mas que una eternidad entera de silencios ahogados te escribo a ti, al motivo que merece vivir una y mil vidas.

Tuyo un susurro...es mi felicidad